La aprobación del proyecto eólico depende ahora en gran medida del estudio de impacto ambiental de los proyectos, especialmente sobre las aves, la pesca y la fauna marina, indica el subdirector de generación renovable de Repsol y responsable de los proyectos en Reino Unido, Julio Cortezón, en unas declaraciones incluidas en la última ‘Newsletter’ de la compañía.
Repsol, que confía en “empezar a generar a partir de 2018″, participa en el desarrollo de tres parques en Escocia, que son los de Inch Cape, Moray Firth y Beatrice, situados a unos 20 kilómetros de la costa. El primero de ellos, operado por Repsol, tendrá una capacidad para producir electricidad suficiente para 680.000 hogares.
Los proyectos, indica Cortezón, cuentan con “un apoyo excelente del Gobierno escocés” y aprovecharán las sinergias de un país que, tras 40 años de experiencia petrolera ‘off shore’, “tiene el embrión para desarrollar esta industria”.
Una vez obtenido el ‘consenting’, se definirá la ubicación exacta de los aerogeneradores, que en el caso de Inch Cape podrían ser hasta 213 distribuidos en un área de 150 kilómetros cuadrados. La conexión a la red eléctrica se hará a través de una serie de subestaciones situadas en el mar e interconectadas por cable submarino con un punto en tierra.
La compañía observa con especial atención el desarrollo de la energía eólica marina en el Norte del Europa, donde ya hay 2.000 aerogeneradores instalados, más del 90% de toda la potencia mundial. “Para nosotros la senda de estos países es la adecuada”, sostiene el directivo de Repsol.
En los nuevos parques escoceses en los que participa la empresa española, las turbinas trabajarán unas 4.000 horas anuales, lo que contrasta con las cerca de 2.500 horas de actividad de un parque terrestre.