México es uno de los países del continente americano con mayor potencial de negocios en la producción de energía eólica, por lo que muchas empresas europeas del sector tienen interés en expandirse en ese mercado, sostiene Iván Pineda, jefe interino del departamento de análisis de políticas de la Asociación Europea de Energía Eólica (EWEA, por sus siglas en inglés).
El negocio de las energías renovables, que depende de los subsidios, entró en crisis en Europa y las empresas eólicas están buscando desesperadamente nuevos mercados como el mexicano para sobrevivir, acusa Luc Rivet, el secretario general de la Plataforma Europea contra los Parques Eólicos (EPAW, por sus siglas inglesas), que agrupa a 654 organizaciones de 24 países europeos.
El próximo 26 y 27 de febrero tendrá lugar la exposición y el congreso Wind Power Mexico 2014, que reunirá en el Centro Banamex del Distrito Federal a representantes de las más importantes empresas trasnacionales del sector, muchas de ellas europeas, como las españolas Gamesa, Acciona Energía o Barlovento, la danesa Vestas, la francesa EDF Energies Nouvelles, la italiana ENEL Green Power o la alemana Siemens, además de las asociaciones nacionales de Estados Unidos, Argentina, Brasil, Canadá y Europa, a través de la EWEA.
El evento lo organizan la Asociación Mexicana de Energía Eólica (AMDEE) –cuyo director ejecutivo, Héctor J. Treviño, fue hasta mayo pasado coordinador de proyectos de inversión de Proméxico–, el Consejo de Energía Eólica Global (GWEC por sus siglas inglesas) y la firma estadunidense de conferencias internacionales E.J. Krause & Associates.
En entrevista con Apro en la sede de Bruselas de la EWEA, Pineda señala que el objetivo del encuentro es discutir la manera en que el marco regulatorio mexicano pueda ofrecer mejores condiciones de apertura a los inversionistas y el desarrollo de más infraestructura para el transporte de turbinas, y para facilitar la conexión de la energía eólica a la red de la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
El analista de origen mexicano señala que los contratos que ofrece actualmente la CFE a las compañías eólicas extranjeras son “buenos” respecto del volumen que compran de energía de sus parques y permite una “certidumbre automática” del negocio.
Sin embargo, expone que las condiciones que está ofreciendo el gobierno mexicano “no son las ideales” para la industria eólica, y señala que lo deseable es que la CFE, en lugar de otorgar contratos por proyecto como lo hace ahora, garantice a los inversionistas la explotación de los parques durante 20 o 25 años, que es su periodo de vida.
México aumentaría su atractivo si aplicara el modelo europeo de contratos de pagos a la energía renovable (feed in tariff), asegura Jacopo Moccia, jefe de asuntos políticos de la EWEA, y explica:
“Durante un periodo de 10 o 15 años, cada megavatio de energía eólica producida sería pagado, por ejemplo, a 90 euros en lugar de los 40 que cuesta la electricidad en el mercado, y con el compromiso de compra de la producción entera del parque”.
En entrevista telefónica, Rivet señala que los promotores de la electricidad eólica “ganan sumas fabulosas con ese sistema”, y precisa que por eso en Europa se derrumbó el negocio. Explica que el precio de la electricidad clásica es de 40 o 45 euros el megavatio/hora y de 15 euros la de fuente eólica, pero si el distribuidor de esta última no produce más de 14% entonces recibe una subvención en forma de certificado verde de 90 euros por cada megavatio/hora que produjo, suplementario a los 15 euros.
Las regiones belgas garantizan el precio de los certificados verdes a 65 euros, por lo que las compañías eólicas terminan cobrando el doble del precio de la electricidad clásica, expone Rivet, quien remarca que el Estado carga ese subsidio al consumidor belga en su factura de luz.
“Estimamos que una familia de cuatro personas tiene que pagar adicionalmente 350 euros anuales en estos subsidios a la electricidad eólica”, dice.
Subsidios
En México existe actualmente una capacidad instalada de dos gigavatios de energía eólica. Las estimaciones de la EWEA indican un aumento potencial de un gigavatio anual, lo que representa la instalación de 400 a 500 nuevas turbinas cada 12 meses, comparable al ritmo de crecimiento de países europeos líderes en el rubro como Alemania, Francia, Inglaterra o España antes de la crisis económica, señala Moccia.
Según los cálculos que maneja la EWEA, en los próximos seis años la porción que ocupa la electricidad eólica en la producción total de energía en México podría pasar de 2% a 10%, estimación que se aproxima al objetivo del gobierno mexicano de generar 35% de su electricidad con fuentes renovables en 2024, del cual 20% sería de origen hidroeléctrico y el resto solar y eólico.
El estado de Oaxaca concentra 90% de los proyectos eólicos en México. No obstante, las empresas extranjeras están “diversificándose” hacia otros estados, advierte un estudio de previsiones elaborado en marzo de 2013 por la firma MAKE Consulting y que proporcionó EWEA a este semanario.
Señala que en 2012 se construyó en Chiapas el parque eólico Arriaga del Grupo Salinas, el más grande construido fuera de Oaxaca. Existen dos proyectos en Baja California: el del parque la Rumorosa I de Mexico Power Group y el de Sempra de la compañía Energía Sierra Juárez, así como uno más en Nuevo León, el parque de Santa Catarina. Además, detalla el reporte, la compra de turbinas para nuevos proyectos en Chiapas y Tamaulipas indican que “la huella eólica continuará expandiéndose”.
En 2015 y posteriormente se desarrollarán proyectos de autoabastecimiento –facilitados por las inversiones que se han hecho en infraestructura de transmisión– en Oaxaca, Baja California y Tamaulipas bajo el segundo programa de temporada abierta del gobierno mexicano, especifica MAKE Consulting.
Advierte un crecimiento más bajo del mercado mexicano en 2016 y 2017 a causa del término de las mencionadas inversiones en Oaxaca, al mismo tiempo que la construcción de parques en otros estados, particularmente en el norte del país, se acelerarán, lo que ayudará, señala, “a cerrar la brecha hasta que la capacidad de transmisión sea expandida en Oaxaca”.
El secretario general de la EPAW afirma que “las empresas eólicas están buscando desesperadamente cómo crear nuevos mercados”, ya que en Europa ese sector de negocios está en declive por varias razones.
Rivet atribuye el “fracaso” de la industria eólica “masiva” a su naturaleza intermitente, que obliga a las autoridades a invertir en la construcción de centrales térmicas contaminantes que estén siempre disponibles para producir electricidad cuando no hay viento o cuando éste rebasa 90 kilómetros por hora de velocidad y las turbinas deben dejar de operar para no desplomarse.
Agrega que la tasa de producción de los parques eólicos localizados tierra adentro (la alternativa es en el mar) es de apenas 25%, lo que equivale a un funcionamiento a plena potencia de seis días en un mes.
Más aún, asegura que la directiva europea sobre energías renovables determina que un megavatio/hora de energía eólica evita la emisión a la atmósfera de 456 kilogramos de dióxido de carbono (CO2), lo que considera un dato impreciso, tomado simplemente de lo que emite una central eléctrica de gas de última generación cuando produce también un megavatio. Pero si se toman en cuenta otros factores, explica Rivet, el resultado oscila entre un ahorro máximo de 40 kilogramos de CO2 a una emisión adicional de la misma cantidad del contaminante.
Prosigue:
“Sumando la deuda pública colosal derivada de los certificados verdes y otros subsidios, los políticos no saben cómo salir del error: el gobierno alemán acaba de anunciar que reducirá la producción de energía eólica, el de España dijo ‘se acabó y no dejó de sostener esa industria. Las empresas españolas del sector lloran hoy por todo el mundo implorando que se les ayude para poder sobrevivir”.
Recuerda que la danesa Vestas, el primer productor mundial de turbinas, presente en México, corrió a cinco mil empleados el año pasado y está a punto de la quiebra, mientras que la eólica alemana Nordex fue adquirida por capitales chinos.
“Si las empresas eólicas dicen que invertirán en México por su potencial de viento, están diciendo una estupidez”, opina Rivet, y añade: “El potencial de Bélgica es insignificante y meten turbinas por todos lados, porque lo único que quieren es beneficiarse de los subsidios verdes: así, incluso si producen muy poca energía, les resulta un negocio rentable”.
Derecho a la consulta
El corresponsal pregunta a los entrevistados de la EWEA su opinión respecto de las fuertes protestas que levantan los proyectos de algunas de sus empresas agremiadas entre los pobladores locales de estados como Oaxaca, que acusan no haber sido consultados ni informados de los proyectos o que éstos afectan la biodiversidad y la tierra agrícola.
Moccia considera que se trata de un problema de incomprensión de una nueva tecnología, y ve natural que el desarrollo de infraestructura venga acompañado de cierta oposición local, por lo que es incorrecto culpar a la energía eólica en sí misma.
Agrega que sus empresas cumplen con la ley mexicana al realizar y presentar estudios de impacto medioambiental y otros, y es función de las autoridades involucrar e informar a las comunidades, así como regularizar la propiedad de los terrenos en conflicto. En todo caso, abunda, la EWEA recomienda a sus compañías asociadas informar de sus proyectos y ofrecer explicaciones a los pobladores más allá de lo que contempla la ley para obtener una aceptación social.
El análisis de MAKE Consulting considera que la oposición a los proyectos eólicos continuará, sobre todo en Oaxaca, por lo que los retrasos en el desarrollo de los mismos son “inevitables”.
En Europa también se ha extendido el rechazo a la instalación de turbinas eólicas, que ha llevado incluso al bloqueo de carreteras, como ha sucedido en Bélgica.
En Francia, la mitad de los proyectos eólicos que presenta Electricté de France, la segunda compañía más importante del país en el segmento, son objeto de recursos administrativos y un tercio del total son anulados o abandonados, reveló Yvon André, el director general delegado de esa empresa al diario galo Les Echos el 6 de enero último.
Muchos recursos están motivados por la pérdida del valor de las viviendas localizadas en los alrededores de las turbinas, cuyo funcionamiento, incluso en el caso de los modelos más recientes, genera afectaciones a la salud a causa del ruido y los sonidos de baja frecuencia que producen y que dañan el sistema nervioso y el equilibrio, explica Rivet.
La EPAW, constituida en octubre de 2008, promueve una campaña que exige la moratoria de las energías eólicas en Europa, además de que presentó una denuncia ante la Corte Europea de Justicia (CEJ) contra la Comisión Europea, que habría violado la Convención de Aarhus al no consultar, informar, ni permitir la participación de los ciudadanos en el proceso de toma de decisiones de su nueva política de energías renovables.
El pasado 28 de enero la CEJ decidió no admitir el recurso de la EPAW por no tener “personalidad legal” en Irlanda, donde está su sede, algo que, según la parte demandante, no es condición para poder ejercer sus derechos ambientales dentro de la misma legislación irlandesa.
“Nuestro recurso fue rechazado por una cuestión técnica y no de fondo. Lo que han hecho nuestras autoridades es imponer sus proyectos eólicos cueste lo que cueste, sin dejar siquiera que el Parlamento Europeo los discutiera”, lamenta Rivet.