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Channel: José Santamarta Flórez
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Los combustibles fósiles reciben más ayudas que las energías renovables

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Los subsidios gubernamentales a las energías renovables causan gran consternación a todos aquellos que creen en la santidad del libre mercado.“¿Si no pueden sostenerse por sí mismos por qué mantenerlos?”, suelen decir.Pero muchas otras fuentes de energía son subsidiadas, en especial los combustibles fósiles.
 
De hecho, los números indican que los subsidios al petróleo, carbón y gas, sobrepasan a los que se destinan a las energías renovables.
Según la Agencia Internacional de Energía (IEA en sus siglas en inglés), en 2012 los subsidios a combustibles fósiles ascendieron a US$544.000 millones, mientras que los subsidios a la energía renovable fueron de US$101.000 millones.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) sitúa los subsidios para el total de hidrocarburos en US$2 billones.
Los combustibles fósiles suponen el 80% de nuestro consumo total de energía, pero aun así son producidos por una industria necesitada de ayuda.

Subsidios al combustible en 2012

  • Petróleo: US$ 277.000 millones.
  • Electricidad: US$135.000 millones.
  • Gas natural: US$ 124.000 millones.
  • Carbón: US$7.000 millones.
  • Subsidios globales para energías renovables: US$101.000 millones.
  • Subsidios globales al combustible: US$544.000 millones.
FUENTE: IEA

Los 10 países que más subsidian el combustible

1. Irán
2. Arabia Saudí
3. Rusia
4. India
5. Venezuela
6. China
7. Indonesia
8. Egipto
9. Emiratos Árabes
10. Irak
FUENTE: IEA
Fuerte competencia
Los subsidios se dan de distintas maneras, lo que ayuda a explicar la discrepancia en estimados.
La IEA se centra en subsidios que tienen impacto directo en el consumidor, mientras que el FMI incluye subsidios dirigidos a productores, como desgravaciones fiscales.
Algunos argumentan que ciertos subsidios a productores son tanto necesarios como beneficiosos.
“Incentivan una competencia fuerte y saludable por los recursos naturales que de otra forma no serían rentables para explotar”, dice Philip Whittaker del Boston Consulting Group.
Según él, este tipo de subsidios son simples “modificaciones” de un mercado energético global que es “hasta un punto una construcción artificial”.
En otras palabras, no hay igualdad de condiciones, incluso con el apoyo del estado.
Pero la mayoría de los subsidios están vinculados al consumo más que a la producción, incluso en países en desarrollo.
De hecho, estos subsidios representan una media de dos tercios de los entre US$55.000 millones - US$80.000 millones al año en subsidios aportados por los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
Hay numerosos tipos de subsidios al consumo, desde bajos impuestos a subsidios de salario a costos bajos por servicios del gobierno.
En Reino Unido, por ejemplo, el impuesto añadido (VAT) al gas y a la electricidad es del 5%, en lugar del 20% de muchos otros productos.
En Alemania, según la Asociación alemana de energía eólica, las ayudas directas a la industria del carbón ascendieron a US$270.000 millones entre 1970 y 2012. Unos subsidios que sólo se irán eliminando en 2018.
“Sin sentido”
Pero muchos subsidios otorgados en países en desarrollo se dan como inversiones del estado a muy bajo interés o ingresos perdidos por vender combustible a un precio artificialmente bajo.
Tal y como explica Laszlo Varro, de la IEA, una inversión de US$100.000 millones en infraestructura eléctrica a un interés del 2%, donde el costo del capital en el mercado sería de un 8%, representa un subsidio de US$6.000 millones.
Igualmente, vender un barril nacional a US$20 para mantener los precios bajos, cuando podrías exportar el mismo barril en el mercado por US$100, representa un subsidio de US$80.
Como dice William Blythe, del Oxford Energy Associates, “económicamente no tiene sentido”.
Inversión masiva
Hay muchas razones para creer esto. Para empezar, los subsidios desestimulan la inversión privada en el sector energético, ya que las compañías no pueden competir con precios bajos, subsidiados por el gobierno.
Y muchos gobiernos no pueden afrontar el suministrar energía barata a toda su población, dando energía eficientemente a sólo una parte de ella.
La IEA ha estimado que se necesita una inversión de US$1 billón en el sector energético de India en los próximos 20 años para proveer electricidad a los 300 millones de personas que acceden a ella.
El gobierno simplemente no puede permitirse gastar esta cantidad de dinero.
Y lo mismo sucede, aunque a una escala más pequeña, en Indonesia, Vietnam, Filipinas y gran parte de África subsahariana.
De hecho, la mitad del sector energético en los países en desarrollo es propiedad del estado.
Subsidios millonarios
Como dice Varro, “excepto Medio Oriente, no es realista para los gobiernos llevar a cabo este tipo de inversiones”.
Los subsidios también absorben dinero que podría ser invertido en otras prioridades como la salud y la educación, no sólo porque agotan las arcas públicas sino porque reducen significativa los ingresos por impuestos.
Según la IEA, en Medio Oriente y el norte de África los subsidios al combustible equivalen a más del 20% de los ingresos del gobierno.
Los subsidios también pueden generar “patrones insostenibles de demanda”, dice Paul McConnell, de la firma consultora Wood Mackenzie.
En algunos países de Medio Oriente, dice, “el aumento del suministro no equivale al aumento de la demanda”. Por ello se da el caso de unos Emiratos Árabes ricos en gas que quieren desarrollar su industria nuclear.
Del mismo modo en Egipto, los precios de la gasolina subsidiada eran sostenibles cuando la producción nacional de crudo era alta, pero con el declive de la industria petrolera, los subsidios se han convertido en un enorme gasto.
Y Egipto no está solo, muchos países de Medio Oriente, el Sudeste Asiático, Sudamérica y África mantienen costosos subsidios de combustible.
Esta demanda artificial basada en subsidios y bajos precios también acelera la emisión de gases con efecto invernadero vinculados al cambio climático.
Ineficiente e injusto
Finalmente, algo que resulta curioso, es que tienden a incrementar la desigualdad entre ricos y pobres.
Los más pobres en países en desarrollo no tienen auto propio o aparatos que consumen mucha energía, así que se benefician poco de la gasolina barata y la electricidad.
“En general, una pequeña porción de los subsidios alcanza a los realmente pobres”, dice Varro, “son una forma ineficiente e injusta de ayudar a los pobres”.
Tal y como dijo la directora del FMI, Christine Lagarde, a finales del pasado año: “los subsidios energéticos son enormes en escala y ayudan a la gente que menos los necesita. Llevar a cabo acciones en este sentido sería bueno para el presupuesto, bueno para le economía y bueno para el planeta”.
Progreso lento
En 2009 el G20 se comprometió a eliminar gradualmente “subsidios a combustibles fósiles ineficientes que incitan un consumo excesivo”, pero los progresos han sido dolorosamente lentos.
Se han anunciado algunas reformas. Por ejemplo, China ha incrementado el precio del gas natural para usuarios no residenciales y la semana pasada Irán recortó los subsidios a la gasolina, después de que Nigeria e Indonesia tomaran una medida similar.
Pero parece que todavía falta mucho para que se lleven a cabo reformas masivas. La razón es obvia, los recortes a los subsidios son muy impopulares entre la población, por lo que son como un campo minado a nivel político.
Puede que no ayuden a los más pobres y vulnerables, pero el combustible barato beneficia a mucha gente, y muchos están preparados para salir a las calles a protestar si se suben los precios o se recortan los subsidios.
“Es loco pensar que desaparecerán estas sensibilidades políticas, pero no significa que (deshacerse de los subsidios) nunca pasará”.
Sin un impulso concertado y coordinado a nivel global, sin embargo, podría llevarnos muchísimo tiempo.



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