La catastrófe de la central Fukushima obliga a Japón a desarrollar las energías renovables como la eólica y la energía solar como alternativas a la energía nuclear.
El viernes un consorcio de empresas japonesas anunció la puesta en marcha de un parque eólico cuyos aerogeneradores reposarán sobre el mar.
Este tipo de instalaciones eólicas resisten mejor los tsunamis y otros fenómenos meteorológicos adversos. Está previsto que sea la mayor eólica del mundo de este tipo y que esté lista para el año 2020.
“Lo primero y más importante, queremos hacer de esto un símbolo de la recuperación de Fukushima. En segundo lugar, este concepto de central eólica flotante es nuestro as bajo la manga para la siguiente etapa del desarrollo de energías renovables”, explicaba desde el ministerio de Economía Keisuke Murakami.
Pero, pese a la puesta en marcha de soluciones y más de dos años después, el desastre nuclear no da un respiro. Las ultimas pruebas apuntan a que Fukushima lleva dos años vertiendo agua contaminada al océano Pacífico. La pasada semana se ha encontrado un pez a decenas de kilómetros del complejo con un nivel de radiactividad diez veces superior al permitido por las autoridades niponas.