Bajos costos y nuevas tecnologías hacen que recursos de energía solar y eólica, entre otros, puedan competir con los hidrocarburos en la generación eléctrica.
La dotación de recursos de energía renovable de América Latina y el Caribe es suficiente para cubrir más de 22 veces la demanda eléctrica proyectada para el 2050, de acuerdo a un nuevo estudio encomendado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
El estudio, Repensando nuestro futuro energético, sostiene que los decrecientes costos y las nuevas tecnologías hacen de los recursos renovables una alternativa viable. Los recursos solares, geotérmicos, mareomotrices, eólicos, y la biomasa disponibles en esta región podrían producir hasta 80 petavatios-hora de electricidad.
Un petavatio-hora equivale a 1 billón de kilovatios-hora, casi 3 veces el consumo anual de México. En la actualidad, la región genera 1,3 petavatios-hora de electricidad. Para el 2050, se espera que la demanda regional crezca a entre 2,5 a 3,5 petavatios-hora.
El reporte despeja una serie de mitos sobre la energía renovable, haciendo énfasis en que muchas de estas nuevas tecnologías alternativas ya tienen precios competitivos con las tecnologías convencionales; ofrecen buenas oportunidades de inversión y deberían ser tomadas en consideración por los formuladores de políticas interesados en diversificar las matrices energéticas de sus países, reducir su vulnerabilidades a las fluctuaciones de precios de combustibles fósiles y disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero.
“A pesar de que América Latina usa más energía renovable que cualquier otra región del mundo, enfrenta retos para generar la electricidad que necesita sin perjudicar al medio ambiente”, dijo el presidente del BID, Luis Alberto Moreno. “Las energías renovables se han vuelto una opción viable y atractiva que debe ser explorada”.
El estudio será presentado el 18 de junio en Bogotá durante el Foro Global de Crecimiento Verde de América Latina y el Caribe (3GF LAC, por su sigla en inglés) ante líderes de gobiernos, empresarios, dirigentes de la sociedad civil y de organizaciones internacionales invitados por el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos; la primera ministra de Dinamarca, Helle Thorning-Schmidt, y Moreno.
“Con este estudio buscamos promover acciones concretas y asociaciones público privadas, identificando la magnitud de los recursos renovables, presentando sus amplios beneficios y describiendo opciones políticas”, señaló Walter Vergara, jefe de la división de Cambio Climático del BID y principal autor del estudio.
En el 2012, las inversiones globales en tecnologías renovables no tradicionales (solar, eólica, geotérmica, mareomotriz, hidroeléctrica de pequeña escala y bioenergía de avanzada) y la hidroeléctrica tradicional ascendieron a 244.000 millones de dólares, de los cuales América Latina representó un modesto 5,4 por ciento. Para poder aprovechar su vasto potencial, la región necesitará modernizar sus marcos de políticas y regulaciones para aumentar las inversiones en estas tecnologías alternativas.
Si bien estas inversiones en energías renovables hasta ahora han sido modestas, el estudio apunta que se están acelerando en la región. La energía eólica ha sido el recurso renovable de más rápido crecimiento. México es el quinto productor mundial de energía geotérmica, y Colombia, Panamá y Ecuador están explorando activamente ese recurso. En Brasil, México, Guatemala, Argentina y Chile se están llevando adelante proyectos de biomasa, solar y eólico.
El estudio concluye que, independientemente de cómo cada país oriente su política energética, tiene sentido aumentar el uso y la penetración de recursos energéticos renovables en América Latina y el Caribe.
El BID y las Energías Renovables
El Banco Interamericano de Desarrollo apoya programas para mejorar la eficiencia energética, la integración energética regional y la diversidad de la matriz energética al explotar recursos renovables y no renovables.
En la actualidad financia grandes parques eólicos, sistemas de energía solar rurales, plantas de biocombustibles para generar electricidad y programas para promover el alumbrado eficiente. También financia proyectos para instalar turbinas más eficaces en usinas hidroeléctricas y para asegurar que nuevas represas y plantas termoeléctricas cumplan con normas ambientales y sociales más exigentes.